15 oct 2010

De paseo por Fangorn

Y no exagero nadita.

Como colofón al curso intensivo de alemán, nos han llevado al monte, a hacer grupo y esas cosas que siempre son risas. Lo cierto es que empezamos en el SaarSchleife (Saar-Lazo). Se trata de un meandro del Saar que dando una vuelta casi completa se muestra como un paisaje impresionante. Bajo el cielo plomizo que caracteriza la región, un monte boscoso se levanta en el interior del meandro como desafiando a las aguas que lo rodean. Una pequeña torre de vigilancia o de defensa vigila pacientemente el transcurrir del río, como si de un guardián de esclavos se tratara, desde lo alto controla el movimiento del agua, como si estuviera listo para saltar nada más una gota de agua se desviara.

Bueno, pues desde el mirador desde donde se sacan tan maravillosas fotos, nos movimos andando hasta Mettlach, un paseo de 5km por el medio del bosque, que si tuviera dragones, y aparecieran orcos, no sería muy extraño.

A los alemanes les encanta pasar el tiempo al aire libre. Lo demuestran las terrazas con mantitas, el mogollón de bicicletas que pueblan la ciudad, las enormes secciones de deportes con todo tipo de material y sus kilómetros y más kilómetros de senderos para recorrer en bici, andando o a la pata coja.

El paseo que nos ocupa hoy era una sucesión de hojas rojizas en el suelo, árboles caídos por el peso de los años, piedras desplazadas por un corrimiento, pequeños puentecitos construidos sobre arrollos perdidos en la montaña, grandes raíces levantadas, grietas inquietantes, y un cielo de color verde que cuesta creer que tan arriba esten las copas de los árboles. Genial, a mi me pareció un paseo terriblemente genial.


Si es que tanto bosque, algo tenía que esconder, y debe ser mucho, porque desde dentro mirabas a los lados, y cuando no tenías el desfiladero que llevaba al río, había un infinito mosaico de árboles paralelos, con sus rocas, sus accidentes y sus cosicas. Me entraron ganas de volver al día siguiente.

Incluso si ves como acabó todo. Porque al alemán le gusta caminar y hacer deporte, así luego no tiene remordimientos cuando se sienta delante de una jarra de litro de cerveza hecha en el mismo edificio donde se degusta. Y de esa forma le dimos fin a nuestra caminata, en Mettlach, metiéndonos un litrazo por barba a las 4 de la tarde.

PROST!

1 comentario:

  1. Esta entrada de blog con un par de fotitos quedaría de lujo. Es solo una idea para futuras entradas.

    Lo de la cerveza es totalmente cierto. No sé cómo pueden beber después de hacer deporte, el cuerpo es débil xD

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